Los límites del aislamiento social en los barrios populares
La cuarentena expuso las desigualdades habitacionales, sanitarias, sociales, económicas y ambientales en las zonas más vulnerables del país. Los barrios populares de la Ciudad y el Conurbano presentan condiciones de habitabilidad que dificultan el aislamiento domiciliario.
Existe un relativo consenso en torno a que el aislamiento social, preventivo y obligatorio agudizó las profundas desigualdades que caracterizan a la sociedad argentina. Desde el 20 de marzo, especialistas en infectología, funcionarios públicos, periodistas y ciudadanos repetimos como un mantra la consigna "quedate en casa, es la mejor vacuna contra el coronavirus". Este método de "inoculación", además de demostrar su efectividad para aplanar la curva de contagio, corrió el velo de las desigualdades que se expresan principalmente en los conurbanos de las grandes urbes del país. Porque para quedarse en casa las familias necesitan una casa. ¡Y descubrimos que no todas las casas son iguales!
La mayoría de las casas de clase media tienen un conjunto de comodidades que permiten transitar la cuarentena con relativa comodidad: un dormitorio cada dos integrantes del hogar, conexión a wi fi, computadora, celular inteligente, consola de videojuegos, aire acondicionado frío/calor, acceso a plataformas de streaming, etc. Mientras tanto, una gran proporción de casas ubicadas en barrios populares se caracterizan por niveles de hacinamiento crítico (más de tres personas por habitación), viviendas de mala calidad y/o acceso precario a los servicios esenciales (agua, gas, electricidad, cloacas y recolección de residuos) y exposición a altos grados de contaminación ambiental.
Las diferencias entre las viviendas generaron a grandes rasgos dos tipos de cuarentena: aislamiento domiciliario y aislamiento barrial. Por un lado, las clases medias llevan a cabo una cuarentena en la que pueden abastecerse de alimentos y hacer teletrabajo, evitando salidas continuas y, por lo tanto, permaneciendo en la vivienda. Por otro lado, las familias que habitan barrios populares se abastecen de alimentos en comedores y merenderos debido a sus dificultades para stockear mercadería. Además, muchos de sus trabajos no admiten la modalidad virtual o a distancia (por ejemplo, el trabajo de los recicladores urbanos). El aislamiento barrial, entonces, se constituye como la única alternativa en estos territorios.
La pregunta que podríamos hacernos frente a este panorama es: ¿estas precariedades, carencias y dificultades en barrios populares nacieron con la cuarentena?
Segui leyendo la nota AQUI