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Palabras de Leonardo Vaccarezza con motivo de la entrega del Premio Oscar Varsavsky en el marco de las XII Jornadas Latinoamericanas de ESOCITE, Santiago de Chile, 18 al 20 de julio de 2018

2018-07-premiovarsavskyCompartimos las palabras de Leonardo Vaccarezza, investigador y ex-director del IESCT-UNQ con motivo de la entrega del Premio Oscar Varsavsky a la trayectoria más destacada en el campo CTS en América Latina, en el marco de las XII Jornadas Latinoamericanas de ESOCITE, Santiago de Chile, 18 al 20 de julio de 2018. ¡Felicitaciones Leonardo!

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Palabras con motivo de la entrega del Premio Oscar Varsavsky en el marco de las XII Jornadas Latinoamericanas de ESOCITE, Santiago de Chile, 18 al 20 de julio de 2018

Estoy muy agradecido, con sinceridad, al Comité Directivo de ESOCITE, al Jurado del premio Oscar Varsavsky y en realidad a toda la comunidad de este campo de conocimiento como son los estudios sociales de la ciencia y la tecnología. Mi agradecimiento en los dos primeros casos me parece que son obvios, aunque agregaría, también, que estoy sorprendido. Señalar una trayectoria no debe ser una tarea fácil en tanto el término permite diferentes significados: ¿se trata del número de páginas de un currículum vitae, de la resonancia de algunos pensamientos en una comunidad de colegas, del cúmulo y calidad de las relaciones establecidas hacia el interior de la misma y fuera de ella, de las muchas o pocas instituciones en las que el señalado ha dejado su huella, del simple paso del tiempo y la edad? Confieso que el impacto que me causó la noticia de la premiación me condujo a intentar interpretarla revisando mi propio andar en este campo. No resolví ninguno de mis enigmas, de manera que abandoné la tarea y me entregué a la simple alegría y al agradecimiento.

Mi agradecimiento a la comunidad de ESOCITE tiene otras connotaciones. El se dirige al sólo hecho de existir en el panorama intelectual de América Latina. Cuando empezó a tomar forma, pongamos como hito el primer encuentro de estas Jornadas, en 1995, posiblemente no sospechábamos (yo, por lo menos) la continuidad institucional, la reiteración ordenada de los encuentros, la preocupación por la formación en los saberes del campo, la creación de medios de difusión, como así también, la deriva de temas, perspectivas de análisis y las derivas en la siempre existente tensión entre investigación y política. Esa comunidad me dio, no solamente, conocimientos, perspectivas, deseos de cambio, sino también una identificación y sentido de pertenencia que enriqueció mis maneras de ver la realidad social. Seguramente un aspecto fundamental de mi hacer y estar en las ciencias sociales es haber pertenecido y referenciado a esta comunidad.

Entiendo que en los 25 años de historia del campo se sucedieron enfoques y temas bajo análisis, pero algunos imprimieron un perfil más marcados en América Latina. Diría que la preocupación por la “utilidad” de la investigación científica y tecnológica constituyó un eje clave, vestido de diferentes perspectivas (institucionales, económicas, políticas, gestionarías, culturales, accionales, subjetivas, pragmáticas). Lo cual no es sorprendente dada la impronta en el sentido común acerca de la ciencia y la tecnología en la región como una actividad que no trasciende sus productos al desarrollo. De esta forma, implícita o explícitamente, el pensamiento subyacente en los estudios sociales de la ciencia y la tecnología ha tenido una impronta decididamente volcada a la política. Indudablemente el clásico Pensamiento Latinoamericano en CT se formuló en clave de interpretación política y, en algunos casos, también en clave de gestión de la intervención pública. Y esa herencia está presente a lo largo de la trayectoria del campo. En gran medida, los ejes de análisis de la utilidad se centraron en los productores de conocimiento (la orientación de los investigadores, los grupos e instituciones de investigación), y en los intermediarios de la relación entre producción y uso. En los últimos diez o quince años, quizá viniendo de la mano de la profesionalización en la Región de la comunicación social de la ciencia y la tecnología, se desarrollaron temas vinculados a la percepción social de la ciencia, la participación ciudadana y la cultura científica. Derivado de esta perspectiva, el concepto de apropiación social de la ciencia irrumpió en América Latina con más legitimidad que en otras regiones, dándole a la perspectiva de la utilidad un protagonismo mayor a los usuarios de tecnología, lo cual a su vez derivó en poner en cuestión el significado de problema, tanto para la investigación como para la aplicación de soluciones. Por cierto, apropiación enuncia una nube de significados borrosa, abarcando por momentos la subordinación del profano al conocimiento experto, por momentos la resistencia al uso de la ciencia, por momentos el intercambio entre diferentes saberes. Las movilizaciones populares en contra de las imposiciones de la tecnociencia desafían a los estudios sociales de la ciencia y la tecnología en las diferentes dimensiones en que se desenvuelven estos procesos: como oposición a la apropiación y dominación capitalista de los recursos, como reclamo por la supervivencia de las poblaciones, como cuestionamiento al saber experto, en menor medida como exigencia de abordaje por parte de la ciencia de problemas concretos y locales. Por otra parte, la emergencia de la economía popular como alternativa a la creciente concentración productiva y los procesos de exclusión social del sistema capitalista revaloriza los saberes locales y exige al conocimiento experto a elaborar fórmulas de eficacia de la tecnología social.

A mi criterio, la política no ha dado respuesta a estas necesidades. Los objetivos de la política explícita y los mecanismos de gestión no han variado mucho en cuanto al hecho de centrarse en los objetivos de la ciencia y los científicos y tecnólogos como agentes primordiales. La política implícita continua referenciándose en los sectores hegemónicos de la nuestros países. Nuestro campo de conocimientos ha comenzado a pensar socialmente la ciencia y la tecnología como estrategias posibles para lograr la inclusión social plena de los grupos sociales postergados, sobre todo desarrollando marcos conceptuales y estudios empíricos que enuncian nuevas perspectivas de análisis y de intervención. Pero falta mucho más en el conocimiento de la dinámica de los movimientos sociales en cuanto a sus estrategias y el logro de sus objetivos, sus alianzas, sus recursos de poder, la persistencia de sus fines; falta profundizar en la articulación del conocimiento local y tradicional con las estructuras de conocimiento experto para estimular procesos de innovación social y económica en el campo popular, falta entender suficientemente la lógica de los grupos profesionales (médicos, ingenieros, abogados) en el marco de las tensiones generadas por la dominación de la tecnociencia. Y todo ello, entendiéndolo como situaciones, objetivos y herramientas de política: política científica y política en general, como policy y como politic para usar la útil distinción que nos permite la lengua inglesa. Esto es, en la medida en que el campo de conocimientos de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología se constituye como un espacio de compromiso con la transformación de nuestras sociedades.

Todo ello constituyen líneas de avances cognitivos como se puede apreciar en gran parte de la producción expuesta en estas Jornadas. Creo que las urgencias de América Latina en cuanto a desarrollo y equidad nos convocan a maximizar este espacio intelectual como ámbito de generación, no sólo de conocimientos y comprensión de los procesos que las constituyen sino también de intervención sobre la realidad social y política que nos compromete.

Leonardo Silvio Vaccarezza
Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología
Universidad Nacional de Quilmes- Argentina


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